Nuestro llamado es a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. No podemos estar segregados socialmente, sino inmersos en la sociedad, pero con una naturaleza y un comportamiento fundamentalmente diferentes a los del mundo. Debemos ser como la luz que esparce las tinieblas y como la sal que detiene la corrupción; permear la Sociedad a través de posiciones de influencia, de acuerdo al llamado y talentos de cada uno; pero nunca siendo asimilados por el mundo, pues si la sal pierde su sabor “ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres”. (Mt. 5:13-16).

La República Dominicana fue fundada como nación sobre la base de la fe cristiana, teniendo como lema nacional de “Dios Patria y Libertad”. La historia de la independencia partió del juramento trinitario, hecho delante de la santísima Trinidad de Dios; la Constitución dominicana invoca a Dios y hace alusiones a Él. Dios honra a los que le honran, y aunque son innumerables las fallas del pueblo dominicano, Dios mantiene su amor hacia nuestra nación. Por eso, nos esforzamos por preservar nuestros fundamentos, ya que por ellos hemos sido y somos una nación bendecida con la libertad que proclama la biblia abierta en nuestro escudo: “Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres”. (Juan 8:32)

Científicamente, la vida humana inicia en el momento de la concepción, por lo que el aborto intencional viola el primero y más importante de los derechos: el derecho a la vida del pre-nacido. Pero este es un negocio multimillonario, que forma parte de una agenda globalista infiltrada en todos los sectores de la Sociedad. Para lograr su legalización, utilizan la estrategia de acudir a situaciones exepcionales, para intentar legalizar el aborto por “causales”. De esta manera logran introducirlo a los países, facilitando que la población pierda sensibilidad ante el tema, y de inmediato continúan su lucha por lograr la aprobación del aborto libre, o sea, en cualquier circunstancia.

La familia es la célula básica de la sociedad. Donde hay familias fuertes, saludables y sostenibles, habrá sociedades de iguales características. Hoy día, la familia y la libertad están siendo atacadas por la ideología de género, que se adentra en las sociedades a través de las leyes, la educación y la cultura. La ideología de género ofrece liberación, pero la realidad evidencia que lo que se manifiesta es un Estado avasallando los derechos individuales de sus ciudadanos y restringiendo sus libertades, tales como la libertad de expresión, la libertad de conciencia y de religión, y la libertad de educar a los hijos conforme a sus creencias y valores. Por eso, es de vital importancia evitar el establecimiento de leyes permeadas con esta perjudicial ideología.